Story Shake

De los mediocres será el reino de los cielos

¡Prohibido ser uno más! El mandato es destacar, ser el mejor, ser exitoso a costa de lo que sea. ¿Y si el secreto de la felicidad está en dejar la exigencia del mundo y solo ser un mediocre?

Por Genaro Mejía

Puntos clave del siguiente artículo:

  • La ambición desmedida es una forma de esclavitud autoimpuesta por el mundo occidental. Es importante reflexionar acerca de este tema.
  • Cómo podemos redefinir el éxito al valorar la vida tranquila, el anonimato y el simple disfrute del viaje, más que la frenética búsqueda de la «llegada» o la fama.
  • En StoryShake ayudamos a las marcas a encontrar y comunicar su narrativa genuina, priorizando la autenticidad y el propósito sobre la simple métrica de la ambición.

Todos sus días son idénticos. En la vida de Hirayama nunca pasa algo interesante. Se despierta en su pequeño piso en Tokio con los primeros albores del sol. Se arregla y se viste. Toma un café de una máquina expendedora y se sube a una pequeña camioneta, en la que pone música en un casete. Va su trabajo como limpiador de retretes públicos.

Aunque para ti y para muchos de nosotros podría parecer una vida sin sentido, Hirayama siempre sonríe. Está en paz y es feliz con su vida solitaria, en la que solo lo acompañan sus plantas, la música y los libros. No necesita más que su baño por las tardes y una modesta cena en un puesto del metro.

Este personaje de la película Perfect Days, del director alemán Win Wenders, es un gran ejemplo de un mediocre o, como lo define el Diccionario de la Lengua Española, alguien de “calidad media”, de “poco mérito”, “tirando a malo” o un “mediano, común, regular, corriente, anodino, gris, vulgar”.

Una historia en el otro extremo nos la cuenta el inversionista y emprendedor Mohit Satyanand en su newsletter Gimme Mo. Es la historia de Emil Barr, un joven de 22 años enfocado en convertirse en multimillonario a los 30, que ya ha creado dos empresas valuadas en 20 millones de dólares. 

Para Emil, “el equilibrio entre la vida laboral y personal te mantendrá mediocre”. Con esta visión, mientras estaba en la universidad, dormía tres horas y media por noche y trabajaba más de 12 horas al día. Su desgaste físico y mental fue brutal: subió 36 kilos, vivía a base de Red Bull y sufrió de ansiedad. Pero, para él, “este nivel de intensidad era la única manera de construir una empresa multimillonaria”.

¿Con cuál de las historias te identificas tú: con la de Hirayama o con la de Emil? ¿Te consideras mediocre o ambicioso? 

A mí me costó 50 años comprender que solo podía lograr mi paz y mi felicidad si tiraba a la basura las exigencias del mundo occidental… y mis propias exigencias. Me harté de dejar mi salud por los suelos para cumplir las expectativas de mis jefes y mantener mi puesto. Me cansé de sufrir por no alcanzar las métricas de ensueño en las redes. De tanto querer ser el mejor me quedé exhausto. 

Lo que no se puede presumir

Fue entonces, hasta que vi con claridad que esas exigencias por la perfección me tenían esclavizado, que pude ver (y disfrutar) las alegrías de la mediocridad, cosas tan mediocres que no se puede presumir en las redes sociales y que a nadie le importan… como leerle los cuentos a mi hijo antes de dormir, en lugar de estar en un evento “súper importante” del trabajo, o caminar un martes a las 11 de la mañana por el bosque, en jeans y gorra, mientras todos corren sin parar tras “el éxito”. 

Qué alivio me dio darme cuenta que no necesitaba la fama, ni el puesto, sino que mi mayor éxito se llama paz. Esto sin duda es algo que ninguna empresa me puede dar ni pagar porque vale más que todo el dinero del mundo. 

Como alguna vez escribió Borges, “todos caminamos hacia el anonimato, solo que los mediocres llegan un poco antes”. 

Los mediocres, como dice Mohit Satyanand, “encontramos alegría en el viaje, más que en la llegada. La llegada es una ilusión. Nunca se llega a ninguna parte”.

Este fascinante contraste entre la paz de la ‘mediocridad’ de Hirayama y la ambición agotadora de Emil, toca una fibra sensible sobre qué historia estamos eligiendo contar con nuestra vida.

En StoryShake entendemos que la verdadera conexión y el éxito sostenible no residen en la métrica más alta o el título más impresionante, sino en la autenticidad y claridad del relato personal y corporativo. Es por ello que tu marca o proyecto necesita una historia que resuene de forma genuina con tu propósito.

Te ayudamos a deshacerte de las expectativas impuestas, a encontrar la «alegría en el viaje» de tu marca y a comunicarla con un mensaje tan sincero e impactante que no necesitará «presumir» para ser memorable.

¡Hablemos!

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